Allí sentados en un banco a solas. Ambos. A solas.
Compartiendo pañuelos, cenizas al mar. Despedidas. Soledad.
Observando el cuadro desde el mas cercano alfeizar.
Deseaban estar enamorados. Todo era tan fácil de perdonar.
Decidiendo para el otro para que tenga que estar en otro lugar.
Se han quedado sin tema. Sin caricias, sin fuego.
Lo guardaron en cartas, en promesas sin renovarse.
En excusas, en "mas tarde's", en resolverlo no ahora. Quizas luego.
Allí sentados en un banco a solas. Perlas y las olas.
Robustas nubes y rodeados por un plano desierto apestado de gente apática.
Apestados de los aires de grandeza, del olor a perfume caro y soledad.
Sus caras de entendimiento, de rimel corrido y de esperanza cierta.
Sus recorridos en sentido contrario y sus ganas de volver a hablar.
Su escena conmovió mi alma. Me hizo llorar.
Era lo que quise de final para mi historia de amar.
miércoles, 31 de agosto de 2011
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