sábado, 23 de agosto de 2008

De Roca y Montaña

Ni siquiera tendrias ganas de hablar. Ni siquiera algo de alegría.
Cuando olvido quien soy realmente y no estás para mostrarmelo.
Amargo todo, gris y purpura. E incluso puede que sea un mal dia.
Una serie de cuadrados perfectos y te molestará aquel triángulo.

Emito tensiones, emito salidas, emito borbotones de fresca saliva.
Y muestro los dientes, alzo la voz muy fuerte.
Estamos ausentes, lo perdemos a cada momento. La paciencia ya es charla.
Y somos fuertes, pero la ira toma control del puente.
El disturbio y destruír primero, acechar todo a tu paso.
Condenar, ignorar, pasar por todos los estadios.
Tener pena, no entender nada, llorar, y encontrar un regazo.
Si no lo encuentras, bienvenido al limbo, al del eterno colmado.

Parasito inconsciente, mi cuerpo se ha desangrado.
He perdido la última esperanza. Mi consciencia pierde vuelo.
Y me pondré de pie mil y tantas veces. Tantas como me hayan dado por muerto.
He de enseñarte que nada se vive si no se hace por completo.
Tendrás que crear una fuerza nueva, tendrás que volar todo.
Tendrías que crear el amor y la vida, y el flujo del universo.
Tendrías que quitarme la vida y lo que amo y lo que siento.

Tendrías que quitarme mi dignidad.
Esa no te la llevarás nunca, ni aun perdido mi último aliento.
Un alma hecha de montaña. Que en amor a lo me que brindas, seas eso.
De la que aguanta embates de la muerte. De la que no tiembla ni ante el tiempo.

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